Llevo demasiados días sin saber cómo está, un final de otoño... iniciando un invierno y aún... no llama. Será que... ¿no volverá?
Heleni pensaba en cómo lo estará pasando Mikel, ha sido un año tan pesado y frío, y él, de pastor, entre tanto viento. Es inevitable pensar en cómo estará, en si estará bien, en si la recuerda.
Heleni miraba por la ventana mientras cosía calmada una nueva servilleta para la señora Iturriaga. "¡Es que Heleni cose tan bien! La vieras, con sus deditos de ángel la muchacha es ¡uff! un milagro entre tanta artesanía ordinaria".
- Será que las cartas no llegan o tendrá el teléfono malo. He sabido que ha habido muy mal clima, que con las últimas lluvias se han cortado las comunicaciones.
- Puede ser, pero no se angustie más por favor. Debe usted estar en calma, vamos, veamos cómo va esa servilleta, ¡vaya! Es usted una excelente cosedora.
- Siempre halagando mis pequeñeces Edgardo - Dijo sonrojada Heleni. Le llamaba la atención lo mucho que se preocupaba el señor Ascui, que ahora podía llamar con toda confianza de Edgardo desde aquella sesión en que ambos pudieron contar sus problemas. - Es usted tan amable, ya verá, le coseré un hermoso juego de... ¿Qué le gustaría que le hiciera?
- Pues, suelo dormir muy mal, me gustaría que me hiciera una sábanas que pudieran ayudarme a dormir, jajaja, de seguro que sus manos pueden hacer eso. - Rápidamente cambió el rostro de Edgardo de una risa a un tono serio y preocupado, con sus mejillas sonrojadas, pero que por suerte suelen estar escondidas tras una muy bien cuidada barba - Pero es una broma Heleni, no te preocupes, que es una broma, no necesito nada, no te lo vayas a tomar en serio.
- Jajaja, Ay Edgardo, ¡qué me sonrojas! No te preocupes, te haré un regalo.
- No, no, no. - Dice moviendo las manos Edgardo - Me niego, nada más tu presencia me es suficiente.
Ambos se miraron en silencio, Edgardo se ha sonrojado y bajado la vista. Heleni lo mira fijo y sin la sonrisa que tenía hace unos minutos. ¿Será posible que Edgardo, el honorable señor Ascui...? No, él es un buen hombre. Un amigo preocupado y viudo. Que entiende mis problemas y la agonía de la lejanía de mi amado Mikel.
Pero Mikel no llama. Y con los avances tecnológicos... No hay excusa, además, pareciera que no quiere enterarse de que ...
"-Mire, señorita Noriega, lo que usted siente es angustia. Yo también la he sentido. A ver si con mi historia le puedo ayudar.
-Pero dosctor Ascui, yo nada más vengo a...
-No se preocupe, ayúdeme usted también a mí Heleni. Y llámeme Edgardo, por favor."
- Ay, Edgardo, me da... pues... tengo como una cosita aquí en el pecho que me dice que algo malo ha pasado con Mikel, es que... no sé... es un presentimiento con el que me desperté hoy.
- Heleni, deja de pensar esas cosas, que terminarás deprimiendote, mira, debes de tener razón el clima anda malo por allá... O a lo mejor, no quiere hablar contigo ¿Has pensado que a lo mejor Mikel... está... formando otra vida, ya?
- Ummm... lo he pensado, pero, es que... no lo sé, no lo creo. - Heleni se ha empezado a irritar, no le parece correcto que alguien que no conoce la dulzura de Mikel opine de él como si fuera un desprendido, como si se hubiese olvidado de ella.
- Heleni, debo decirte algo - Era inevitable, 1 mes conversando en su espaciosa y tibia oficina, 1 mes conversando intimidades y compartiendo secretos, 1 mes hablando en privado, llorando a veces, 1 mes de embarazo que sólo Edgardo parece conocer, 1 mes en que no he sabido de Mikel. Pero es sólo 1 mes. Mes en que no ha dejado de amarlo. Mes en que lo recuerda en cada movimiento, en cada trocito de ciudad. Sólo ha sido 1 mes. ¡Dios! Edgardo no debe de confundirse. Con los ojos que me mira, de seguro es para decirme...
- Dime, ¿Qué pasa?
- Pues, es que... Heleni, yo...
- Edgardo, por favor. Yo no sé mucho de estas cosas de amor ni nada y puedo ser muy bruta con mis sentimientos a veces, por favor, antes que me digas cualquier cosa, por favor, piénsalo, cierra tu boca y déjame sola. Debo terminar este trabajo, debo concentrarme en mis cosas. No quiero problemas. Gracias por venir a verme hoy, pero hoy, como me ha pasado en otras ocasiones, me siento un poco agotada y triste, triste de esa tristeza que debe vivirse sola. Estoy preocupada por Mikel y prefiero que mejor te vayas. Mañana podemos hablar, te pasaré a ver a tu oficina. - Fría como nunca, Heleni se puso de pie, tomó la mano de Edgardo a modo de despedida y lo encaminó a la puerta de salida de su pequeño departamento.
Edgardo, estaba sorprendido. Pretendía decir algo en relación a su cariño, a su amor que pareciera nacer en cada visita que se hacían. Pero parece que Heleni lee los pensamientos, como sospechaba. Y ha detenido algo que ella no quiere escuchar, mas, lo sabe.
Sin reproche, Edgardo toma su abrigo, despide a Heleni con un beso frío en la mejilla
- Heleni, cuidate, hablamos mañana, ¿te parece?
- Me parece genial, pero por ahora...
- No te preocupes, te entiendo.
Heleni pensaba en cómo lo estará pasando Mikel, ha sido un año tan pesado y frío, y él, de pastor, entre tanto viento. Es inevitable pensar en cómo estará, en si estará bien, en si la recuerda.
Heleni miraba por la ventana mientras cosía calmada una nueva servilleta para la señora Iturriaga. "¡Es que Heleni cose tan bien! La vieras, con sus deditos de ángel la muchacha es ¡uff! un milagro entre tanta artesanía ordinaria".
- Será que las cartas no llegan o tendrá el teléfono malo. He sabido que ha habido muy mal clima, que con las últimas lluvias se han cortado las comunicaciones.
- Puede ser, pero no se angustie más por favor. Debe usted estar en calma, vamos, veamos cómo va esa servilleta, ¡vaya! Es usted una excelente cosedora.
- Siempre halagando mis pequeñeces Edgardo - Dijo sonrojada Heleni. Le llamaba la atención lo mucho que se preocupaba el señor Ascui, que ahora podía llamar con toda confianza de Edgardo desde aquella sesión en que ambos pudieron contar sus problemas. - Es usted tan amable, ya verá, le coseré un hermoso juego de... ¿Qué le gustaría que le hiciera?
- Pues, suelo dormir muy mal, me gustaría que me hiciera una sábanas que pudieran ayudarme a dormir, jajaja, de seguro que sus manos pueden hacer eso. - Rápidamente cambió el rostro de Edgardo de una risa a un tono serio y preocupado, con sus mejillas sonrojadas, pero que por suerte suelen estar escondidas tras una muy bien cuidada barba - Pero es una broma Heleni, no te preocupes, que es una broma, no necesito nada, no te lo vayas a tomar en serio.
- Jajaja, Ay Edgardo, ¡qué me sonrojas! No te preocupes, te haré un regalo.
- No, no, no. - Dice moviendo las manos Edgardo - Me niego, nada más tu presencia me es suficiente.
Ambos se miraron en silencio, Edgardo se ha sonrojado y bajado la vista. Heleni lo mira fijo y sin la sonrisa que tenía hace unos minutos. ¿Será posible que Edgardo, el honorable señor Ascui...? No, él es un buen hombre. Un amigo preocupado y viudo. Que entiende mis problemas y la agonía de la lejanía de mi amado Mikel.
Pero Mikel no llama. Y con los avances tecnológicos... No hay excusa, además, pareciera que no quiere enterarse de que ...
"-Mire, señorita Noriega, lo que usted siente es angustia. Yo también la he sentido. A ver si con mi historia le puedo ayudar.
-Pero dosctor Ascui, yo nada más vengo a...
-No se preocupe, ayúdeme usted también a mí Heleni. Y llámeme Edgardo, por favor."
- Ay, Edgardo, me da... pues... tengo como una cosita aquí en el pecho que me dice que algo malo ha pasado con Mikel, es que... no sé... es un presentimiento con el que me desperté hoy.
- Heleni, deja de pensar esas cosas, que terminarás deprimiendote, mira, debes de tener razón el clima anda malo por allá... O a lo mejor, no quiere hablar contigo ¿Has pensado que a lo mejor Mikel... está... formando otra vida, ya?
- Ummm... lo he pensado, pero, es que... no lo sé, no lo creo. - Heleni se ha empezado a irritar, no le parece correcto que alguien que no conoce la dulzura de Mikel opine de él como si fuera un desprendido, como si se hubiese olvidado de ella.
- Heleni, debo decirte algo - Era inevitable, 1 mes conversando en su espaciosa y tibia oficina, 1 mes conversando intimidades y compartiendo secretos, 1 mes hablando en privado, llorando a veces, 1 mes de embarazo que sólo Edgardo parece conocer, 1 mes en que no he sabido de Mikel. Pero es sólo 1 mes. Mes en que no ha dejado de amarlo. Mes en que lo recuerda en cada movimiento, en cada trocito de ciudad. Sólo ha sido 1 mes. ¡Dios! Edgardo no debe de confundirse. Con los ojos que me mira, de seguro es para decirme...
- Dime, ¿Qué pasa?
- Pues, es que... Heleni, yo...
- Edgardo, por favor. Yo no sé mucho de estas cosas de amor ni nada y puedo ser muy bruta con mis sentimientos a veces, por favor, antes que me digas cualquier cosa, por favor, piénsalo, cierra tu boca y déjame sola. Debo terminar este trabajo, debo concentrarme en mis cosas. No quiero problemas. Gracias por venir a verme hoy, pero hoy, como me ha pasado en otras ocasiones, me siento un poco agotada y triste, triste de esa tristeza que debe vivirse sola. Estoy preocupada por Mikel y prefiero que mejor te vayas. Mañana podemos hablar, te pasaré a ver a tu oficina. - Fría como nunca, Heleni se puso de pie, tomó la mano de Edgardo a modo de despedida y lo encaminó a la puerta de salida de su pequeño departamento.
Edgardo, estaba sorprendido. Pretendía decir algo en relación a su cariño, a su amor que pareciera nacer en cada visita que se hacían. Pero parece que Heleni lee los pensamientos, como sospechaba. Y ha detenido algo que ella no quiere escuchar, mas, lo sabe.
Sin reproche, Edgardo toma su abrigo, despide a Heleni con un beso frío en la mejilla
- Heleni, cuidate, hablamos mañana, ¿te parece?
- Me parece genial, pero por ahora...
- No te preocupes, te entiendo.
Gabriela
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