sábado, 29 de noviembre de 2008

Altizar

Ojalá existiera una pastilla que te areglara la vida, que te ayudara a ver el futuro para saber qué cosas decir y qué cosas no.
Ojalá existiera la pastilla que a pesar de hacerme olvidar lo malo, no me dejase hueca el alma de experiencias.
Ojalá estás pastillas hicieran algo.


Gabriela

lunes, 27 de octubre de 2008

34. Mikel



Heleni:


Antes que todo, debo darte las explicaciones de mi ausencia. Al recibir tu carta me he llenado de alegría y también de vergüenza, y claro, preocupación.


El trabajo ha sido duro y nunca me imaginé que una pesquera pequeña pudiera darme tantos problemas, encima que pareciera que Dios se ha ensañado con nosotros en este desierto rodeado de agua.


He enfermado, pero eso no ha podido ser suficiente como para poder desembarcar o descansar, pero me han cuidado muy bien y gracias a ello, me encuentro sano y acostumbrado a la humedad. De todas formas, aquí todos son muy buenas personas, y les he tomado mucho cariño, no solo como compañeros, sino que como hermanos.


Mis labores aquí han variado y he pasado por todos los puestos.


No te comentaré en detalle mi trabajo porque no quiero aburrirte con minuciosidades o a lo mejor no lo entenderás.


Te he extrañado, aunque no haya tenido tiempo para decírtelo. Mirando el mar pienso en el oscuro de tus ojos y al tocar la madera de la embarcación sueño con la tibieza y la suavidad de tu espalda. He soñado contigo, entre peces y brisas, tus cabellos parecieran rozar mi rostro como algas perfumadas y quisiera estar respirando el dulce aliento de tu boca que he extrañado en las mañanas donde sólo respiro el salar de las aguas.


Pero son sueños y despierto y me topo con el trabajo. Me gusta lo que hago, no me quejo y los ratos de descanso son una delicia entre pescado ahumado y vino, compartiendo las aventurillas del día con los compañeros. Sobretodo me gustaría que conocieras a Martín, este hombre ha dejado todo por venirse a pescar. Me cuenta que a pesar de que a su señora no le gusta que se ausente por tanto tiempo, no ha dejado de amarle ni atenderle y que incluso pronto será padre y eso lo tiene aún más animado para trabajar. Espero que tú también resultes ser tan abnegada o que por lo menos no cuestiones este trabajo, recuerda que lo hago por nosotros, por nuestro futuro y no queda tanto tiempo para que vuelva a estar junto a ti, y claro con el dinero suficiente para nuestros proyectos.


Ay mujer, tus cartas son a ratos tan desesperadas que me preocupas, pero insisto que las malas noticias llegan antes que las buenas, así que tú quédate tranquila que estoy bien, trabajando y trabajando.


Espero que estás bien y espero también que sigamos recibiendo noticias mutuas.


Heleni, mi dulce niña, tú ten calma, que pronto todo irá bien.


Las fotografías que te mando han sido tomadas con la Polaroid de Martín. Qué lástima que los colores no se plasmen tan bien como en la realidad, pero es para que conozcas a mi equipo de trabajo. Y veas que a pesar de que he bajado un poco de peso, estoy bien y vivo.


No desesperes mujer, que ya estaremos juntos.


Y como no soy bueno con esto de escribir, me despido. Y por favor, no te preocupes por mí, que estoy bien.


Espero una carta tuya pronto y saber noticias, no te prometo nada, pero trataré de contestar más rápido.


Te amo Helenilla


Te me cuidas.




Cariños





Mikel.


Gabriela



domingo, 21 de septiembre de 2008

32. Carta a Verónica

Estimada Verónica:

Ruego disculpe la osadía de este pobre escribano que no ha podido resistir la tentación de echar a volar su imaginación y poner en práctica sus escasas dotes deductivas a la hora de querer arrojar más luz, o en este caso, gruesos trazos al lienzo inmaculado que representa este recién estrenado encuentro entre mademoiselle y un humilde servidor suyo. Aunque hagáis acopio de modestia (actitud ésta que os honra) no hallaréis en mi entendimiento rastro alguno en lo referente a vuesa merced que os iguale al rasero de lo mundano. Fuera de mi alcance está el enumerar todas las cualidades de mujer tan eminente; tan solo puedo alzar los ojos al cielo, cruzar las manos y decir: "¡Bendito sea Dios, que en una sola pieza puso tantas y tan admirables prendas del alma y del cuerpo!". En lo que a este pobre caballero venido a menos respecta, deciros que no se trata de ninguna fuente de delicias físicas ni morales. La portentosa figura o el garbo en el vestir son cualidades que no forman parte de mi patrimonio, pero me complace reconocer que una diestra habilidad en el trato humano encubre gran parte de mis carencias. Soy alma liberal y dadivosa, por lo que no dudaré en ofrecerle rauda y eficazmente mis más humildes servicios en el momento en que MiLady solicite mi ayuda, así como el sencillo hombre del vulgo acude ansiosamente empuñando el acero a la hora de defender su patria. En su anterior misiva se destilaba honda melancolía que no ha pasado desapercibida para persona aplicada en escudriñar los recovecos del espíritu, como un servidor lo es. Estoy convencido de que su navío resistirá los envites del destino, cualesquiera que estos sean, y tornará pronto en Galeón, orgullo de nuestra armada, preparado para salir airoso e indemne de las más crueles batallas navales.

Convengo con usía en que el tratamiento de señora a persona a la que tengo en tal alta estima no es, de ningún modo, el adecuado. La única intención de este humilde servidor suyo era la de poner de relieve todo lo noble y decoroso con lo que - a mi entender - cuenta su excelencia entre sus numerosas virtudes. Por la presente, mediando este pliego como testigo, pongo en conocimiento de su señoría que, a partir de este momento, en nuestra comunicación epistolar utilizaré para con vos el título de MiLady. Me despido, pues, deseando un feliz desenlace del fatídico malentendido y reiterando la incondicional pleitesía que le rindo. Bueno, ¿qué?, ¿follamos?

A sus pies se arrodilla un servidor y besa su distinguido guante.


Benjamin

domingo, 20 de julio de 2008

28. Eso me dijo mi Susanita

Le dije que Gabo había empezado a los 27, que mi Hojarasca podría venir en un par de años más mientras mantuvieses la fe, mi Susanita linda. Pero parece que Susanita ya no podía más y éste no era otro de esos berrinches sordos que se solucionaban en la cama, a la luz de las velas bajo un te quiero sombrío, un espérame un poco más Susanita que aún no logro inspiración.

No, no era lo mismo, pues ahora tiraba mis pocas cosas por la ventana y lloraba en un zumbido de ventisquero taciturno, sí, ahora Susanita explotaba en un tormento de palabras que me decían que madures, que te bañes de una vez, hediondo de mierda, deja de soñar con la bohemia de un mundo en que las cuentas las paga Moya. Que si por si acaso no lo notaba, ya no fumaba marihuana y que tenía una vida y una apariencia que mantener, no como tú, vago de mierda me decía. Que mi Jefe me mira con ojos de encanto y futuro promisorio; futuro que yo, el mismo pelafustán que conoció idealista hace ya más de 6 años carretiando en la Universidad, no podía darle. Que no crecí nunca como ella esperó y que mi barba ya no parecía de intelectual sino de borrachito incólume. Que la salud, el hambre y las cuentas, niño burbujita. Que el celular viejo y derruido en su bolsillo. Que el agua fría y mis amigos lanas pechando la comida que apenas sobraba. Que era un niño que no podía darle a ella una familia respetable como cualquier otra, que mis constantes impareceres y socratismo se fueran al diablo porque tu alta filosofía, artista de porquería, no dan para criar al bebe que nunca, nunca me quisiste dar; desgraciado -me decía- ni ese consuelo me dejaste. Que mi maldito eclectismo ya le parecía ser de un tibio cobarde que no lograba definirse en nada concreto por temor. Que ya no estaba para Cartagena, que no quería más Piojera, que la luz de mis ojos ya no era azul rebelde como un fuego fatuo y que era mi panza obtusa ahora la incendiaria flamígera de nuestro amor que se rompía a pedazos como mi vida, mi vida consagrada a ti por tanto tiempo me decía llorando mi Susanita.

De todas formas, yo me quedé tranquilo, ahí, impávido, incólume, prefiriendo no decir nada más, sintiéndome seguro en la experiencia de Gabo, en el amor despechado que siempre llegaba después del silencio dulce. La verdad es que poco me importaba, la sarta de verdades que Susanita el huracán, Susanita mi primor, Susanita la fiera de grandes muslos y olor a primavera me echaba encima. De hecho, más bien, imaginé desde cuando habría de haber pensado todo lo que me dijo. Probablemente desde que yo dejé de ser algo para ella o ella empezó a ser algo que yo no vi detrás de mis gafas sucias, sí, eso pensé, sí, linda frase para ser escrita -pensé también. Por que como te digo, poco me importó ahora que lo recuerdo. Después, Susanita me miró con ojos de que le dijera que todo iba a estar bien, que aceptaría el trabajo de su tío, que sí, que ocuparía corbata y me haría ciudadano de primera clase; sí Susanita, cambiaré por ti -pienso que pensaría-, sí Susanita, el sueño ha terminado, es hora de crecer, tienes la razón. He despertado de la modorra amotivacional Susanita y te amo mucho como para perderte amor mío, Susanita mía, flor de mi existencia, único poema que he escrito, tengamos un bebé, que de tu seno nazca al fin la niña de tus ojos, Susanita de mi vida, tendremos una familia, vacaciones en cabaña, domingos en el mall, Susanita de mi corazón todo será distinto desde éste día de abril en que he despertado altivo por el conjuro que exorcizó el demonio del ocio en mi. Susanita mi flor azul, mi querida, mi todo, mi razón de ser.

Eso pienso que Susanita imaginaba en esos momentos, en ese momento en que su furia ciclónica se había apaciguado para convertirse en un llanto quedito como de niño asustado. Sí, eso creía que pensaba mi Susanita con ojos de cabro guacho, con el tormento sincero en la mirada. Pero Susanita también sabía un poco de lo que yo podía pensar, no te diré yo, que a pesar de todo, recordó lo que le había enseñado y cual ojo de huracán, la calma era sólo pasajera. Susanita terminó lo que había empezado, terminó su zumbido de mar enfurecido con algo que si me importó, con algo que no dejó espacio alguno para la persuasión amorosa ni para quedar incólume como siempre lo había hecho. No, Susanita sabía bien, sí, había pensado mucho desde que dejé de ser algo para ella. Las noches solitarias y el constante y tedioso recorrido en la micro habían catalizado bien todo lo que habría de decirme Susanita la amargada, la dedicada a un hombre que la tenía cansada de pelear contra el olvido. Las cosas habían sido meditadas cabalmente esa noche aciaga en que mis cosas habían volado por la ventana, sí, eso era, lo había pensado mucho desde que yo ya no era nada en su biografía particular, me rectifico ahora que me doy cuenta. Tales palabras sólo podían haber nacido del fruto de mi desidia, de la fuerza de su rencor, de la vida que se le vio arrebatada por el ahora extraño idiota que echaba como a perro con tiña.

Tus sueños locos me dices -me dijo Susanita-, tus sueños locos y los 27 años de Gabo hechos Hojarasca recién a esa edad, Francisco mi hombre. Tu esperanza de 25, de los dos años en que venga la gran epifanía a tocarte -dijo bien Susanita- y de hacer de las musas un verso perfecto en el arte de narrar son tu consuelo y tu éxito potencial, ¿no, mi Panchito?, ¿mi primor adolescente, mi inventor de soledades, mi leyenda brillante, mi poeta entumecido?... ¿y Rimbaud, mi chanchito?, ¿olvidaste a Rimbaud tan pronto, amante mío? -dijo letal mi Susanita- Rimbaud empezó a los 19 y terminó a los 21. Francisquito mi niño iluso, mi niño sin excusas… es hora de marcharte. Eso me dijo mi Susanita.

Claudio

lunes, 16 de junio de 2008

25. Heleni, Carta en Soledad

17.Junio
Querido y amado Mikel:

Siente mi soledad.
Espero que esta carta llegue a tus manos, que puedas entibiarla y poder evaporar con tu calor las lágrimas con las que he mojado mis pensamientos.
Te extraño y no sé nada de ti. Me haces falta, hasta respirar me es dificil sin ti
¿Dónde estás,qué haces?¿Qué pasa Mikel?

Solo tú me conoces, así como soy y no entiendo cómo sabiendo lo sensible que soy y lo mucho que te adoro, no he sabido nada de ti, en este eterno y fatigoso mes.
Además me han pasado muchas cosas extrañas, he tenido que hacerme la fuerte sin ti, he tenido que actuar frente a la gente. Busco ser aceptada y siempre soy cortés. Tengo mucho miedo a ser rechazada y olvidada.
Me siento tan insegura Mikel.
Lo único bueno es que he tenido mucho trabajo con lo de los bordados. Eso me distrae a ratos. Pero... hay veces que siento queno puedo más con nada.
No sé. Me he dado cuenta que siempre ando buscando cariños y palabras, que sólo tu puedes darme con esa dulce facilidad que tienes para complacerme.
A mi lado hay gente que no anda exigiendome nada, que me ofrece su hermosa amistad pero, me siento frágil, débil, fea, cobarde, incluso lenta para entender lo que se me dice.
Estoy perdida Mikel, sin ti, estoy perdida.
No es que me quiera matar o ande llorando. De hecho, quiero vivir más que nadie, esperando tu regreso quiero hacerme eterna si es necesario.

Hoy no estoy bien.
Eres el único que me conoce. Desde que me despierto, hasta que me duermo. Me das seguridad, que ahora no tengo por tu partida.
Solo contigo no me da vergüenza mostrar mi barriga, ni decir incoherencias, sólo contigo discuto y lloro. Sólo tú aguantas mis arrebatos y soportas mis ignorancias e inocencias. Contigo puedo ser ingenua, contigo puedo andar sin maquillaje, contigo puedo conversar y ser feliz, contigo puedo perderme, contigo Mikel.
Cómo te necesito.
Te necesito en casa, cuando llegas del trabajo, distrayéndome con tus proezas diarias. Te necesito para que me hables de tus cosas y me cuentes tus geniales ideas. Necesito tus dibujitos y tus cervezas, necesito que me abraces, que me beses.
Mikel me siento tan sola, pero con tanta gente a mi lado. No quiero ser mala con ellos y mostrarles mi pena. Porque mas que mal siempre estan conmigo acompañandome y escuchándome... pero sólo tú sabes cómo soy sin tener que explicar nada sin tener que poner sonrisas... sin, nada.
Yo creo que es porque te amo y me puedo dar el lujo de ser quien soy
Qué pesado es todo sin ti.
Sé que hubiera sido más agradable escribir cosas más alegres, y situaciones más divertidas
Pero no puedo. Mis pensamientos nada más son oscuros sin tu luz.

Por favor Mikel, dejame saber de ti
Necesito noticias tuyas urgentemente.

Mikel, te amo.

Tuya,

Heleni

Gabriela

domingo, 8 de junio de 2008

24. Heleni, La espera

Llevo demasiados días sin saber cómo está, un final de otoño... iniciando un invierno y aún... no llama. Será que... ¿no volverá?

Heleni pensaba en cómo lo estará pasando Mikel, ha sido un año tan pesado y frío, y él, de pastor, entre tanto viento. Es inevitable pensar en cómo estará, en si estará bien, en si la recuerda.

Heleni miraba por la ventana mientras cosía calmada una nueva servilleta para la señora Iturriaga. "¡Es que Heleni cose tan bien! La vieras, con sus deditos de ángel la muchacha es ¡uff! un milagro entre tanta artesanía ordinaria".

- Será que las cartas no llegan o tendrá el teléfono malo. He sabido que ha habido muy mal clima, que con las últimas lluvias se han cortado las comunicaciones.


- Puede ser, pero no se angustie más por favor. Debe usted estar en calma, vamos, veamos cómo va esa servilleta, ¡vaya! Es usted una excelente cosedora.

- Siempre halagando mis pequeñeces Edgardo - Dijo sonrojada Heleni. Le llamaba la atención lo mucho que se preocupaba el señor Ascui, que ahora podía llamar con toda confianza de Edgardo desde aquella sesión en que ambos pudieron contar sus problemas. - Es usted tan amable, ya verá, le coseré un hermoso juego de... ¿Qué le gustaría que le hiciera?

- Pues, suelo dormir muy mal, me gustaría que me hiciera una sábanas que pudieran ayudarme a dormir, jajaja, de seguro que sus manos pueden hacer eso. - Rápidamente cambió el rostro de Edgardo de una risa a un tono serio y preocupado, con sus mejillas sonrojadas, pero que por suerte suelen estar escondidas tras una muy bien cuidada barba - Pero es una broma Heleni, no te preocupes, que es una broma, no necesito nada, no te lo vayas a tomar en serio.

- Jajaja, Ay Edgardo, ¡qué me sonrojas! No te preocupes, te haré un regalo.

- No, no, no. - Dice moviendo las manos Edgardo - Me niego, nada más tu presencia me es suficiente.

Ambos se miraron en silencio, Edgardo se ha sonrojado y bajado la vista. Heleni lo mira fijo y sin la sonrisa que tenía hace unos minutos. ¿Será posible que Edgardo, el honorable señor Ascui...? No, él es un buen hombre. Un amigo preocupado y viudo. Que entiende mis problemas y la agonía de la lejanía de mi amado Mikel.

Pero Mikel no llama. Y con los avances tecnológicos... No hay excusa, además, pareciera que no quiere enterarse de que ...


"-Mire, señorita Noriega, lo que usted siente es angustia. Yo también la he sentido. A ver si con mi historia le puedo ayudar.

-Pero dosctor Ascui, yo nada más vengo a...

-No se preocupe, ayúdeme usted también a mí Heleni. Y llámeme Edgardo, por favor."



- Ay, Edgardo, me da... pues... tengo como una cosita aquí en el pecho que me dice que algo malo ha pasado con Mikel, es que... no sé... es un presentimiento con el que me desperté hoy.

- Heleni, deja de pensar esas cosas, que terminarás deprimiendote, mira, debes de tener razón el clima anda malo por allá... O a lo mejor, no quiere hablar contigo ¿Has pensado que a lo mejor Mikel... está... formando otra vida, ya?

- Ummm... lo he pensado, pero, es que... no lo sé, no lo creo. - Heleni se ha empezado a irritar, no le parece correcto que alguien que no conoce la dulzura de Mikel opine de él como si fuera un desprendido, como si se hubiese olvidado de ella.

- Heleni, debo decirte algo - Era inevitable, 1 mes conversando en su espaciosa y tibia oficina, 1 mes conversando intimidades y compartiendo secretos, 1 mes hablando en privado, llorando a veces, 1 mes de embarazo que sólo Edgardo parece conocer, 1 mes en que no he sabido de Mikel. Pero es sólo 1 mes. Mes en que no ha dejado de amarlo. Mes en que lo recuerda en cada movimiento, en cada trocito de ciudad. Sólo ha sido 1 mes. ¡Dios! Edgardo no debe de confundirse. Con los ojos que me mira, de seguro es para decirme...

- Dime, ¿Qué pasa?

- Pues, es que... Heleni, yo...

- Edgardo, por favor. Yo no sé mucho de estas cosas de amor ni nada y puedo ser muy bruta con mis sentimientos a veces, por favor, antes que me digas cualquier cosa, por favor, piénsalo, cierra tu boca y déjame sola. Debo terminar este trabajo, debo concentrarme en mis cosas. No quiero problemas. Gracias por venir a verme hoy, pero hoy, como me ha pasado en otras ocasiones, me siento un poco agotada y triste, triste de esa tristeza que debe vivirse sola. Estoy preocupada por Mikel y prefiero que mejor te vayas. Mañana podemos hablar, te pasaré a ver a tu oficina. - Fría como nunca, Heleni se puso de pie, tomó la mano de Edgardo a modo de despedida y lo encaminó a la puerta de salida de su pequeño departamento.

Edgardo, estaba sorprendido. Pretendía decir algo en relación a su cariño, a su amor que pareciera nacer en cada visita que se hacían. Pero parece que Heleni lee los pensamientos, como sospechaba. Y ha detenido algo que ella no quiere escuchar, mas, lo sabe.



Sin reproche, Edgardo toma su abrigo, despide a Heleni con un beso frío en la mejilla

- Heleni, cuidate, hablamos mañana, ¿te parece?

- Me parece genial, pero por ahora...

- No te preocupes, te entiendo.



Gabriela

sábado, 31 de mayo de 2008

15. Madera (parte 1)

Victoria iba caminando en dirección a su trabajo, sobre la vereda dura, en donde muchos, como ella, caminan todos los días. Hoy sentía la ciudad más contaminada, más sucia y más ruidosa que otros días; de repente sintió la presencia de alguien que tocaba su hombro ¡hola!, dijo él, era Leonidas con su mirada penetrante y su sonrisa a flor de piel. Le saludo con afecto, posando un beso sobre su mejilla, prometiendo llamarla más tarde para concertar una cita en la cual pudieran conversar, con más tiempo. Él se alejó y en ella quedó su perfume. No sabía, qué era lo que le gustaba de su perfume, luego supo y era ese exquisito olor a madera; sí, ese perfume le gustaba y le identificaba, recordándole su niñez…

…Ahí estaba, a sus ocho años, con su pelo recogido, su vestido rojo y descalza. En aquella época su padre, administraba bosques de pino, en un lugar llamado “Colmenares”, en la Región del Maule. Él tenía a su cargo un gran número de personas que trabajaban en un Aserradero. Extraían del bosque pinos, los cuales eran clasificados por diámetro; una vez clasificada la madera, ésta era enviada, en camiones, a una Fábrica de Cajones de quedaba a unos 90 kms. de aquel lugar. Este trabajo daba sustento a un gran número de familias; sin embargo, esto les implicaba vivir en el campo, ya que en aquel tiempo no existía una infraestructura vial adecuada.

Todo este entorno, otorgaba al lugar el escenario perfecto para los juegos de Victoria y sus amigos; algunos de los hijos de las familias que radicaban ahí. Eran María, Marcelo y José; María, tenía la misma edad de Victoria; Marcelo, era un año mayor y José era el pequeño, su mascota. Tenían a su disposición grandes zonas de bosques de pinos, de los cuales se obtenían los castillos de madera y el aserrín. Pasaban días enteros jugando; en los castillos, a las escondidas; en el aserrín, hacían pelotas y se las tiraban encima; en los bosques, al atardecer, ya muy cansados, solían recostarse sobre la paja, contemplar el cielo y escuchar como el viento atravesaba los pinos, creando canciones.

Su abuelo vivía en el campo y se dedicaba a hacer muebles. Para Victoria su abuelo era una suerte de mago. Sí, pues de un trozo de madera, sacaba una silla o una mesa. Victoria le pidió que le sacara un pizarrón, para jugar a la escuela con sus amigos. Pasado un tiempo, ahí estaba, como por arte de magia; su pizarrón era negro, mediano y de textura suave; en muchas oportunidades jugó con María, Marcelo y José.

(...continuará...)


Raúl

14. Rebelde

Estaba el otro día comprando en uno de estos supermercados en miniatura con nombres gringos cuando me di cuenta que de los ocho productos que tenía en la mano, sólo uno era necesario. Los otros siete tenían la suerte que andaba con un poco más de dinero y los ayudé a cumplir su misión en la vida. Hice la fila para pagar en la única caja (supermercado en miniatura), y cuando llegué frente a la cajera (tan gringa también, masticaba chicle), me quedé mirándola un rato. No sé qué habrá pensado. Quizás que le estaba coqueteando. Y, sin decirle nada, volví a los siete estantes a devolver los siete productos innecesarios, disculpándome con cada uno de ellos: "tal vez alguien te necesite, o, más probable aún, tal vez te lleve alguien a quien no le importe comprar cosas que no necesite". Volví a hacer la fila, y cuando llegué, la cajera me miró con cara de nervio. Le sonreí, la saludé. Pagué. Salí del supermercado en miniatura. Y me prometí a mí mismo que la próxima vez que entre a uno será cuando lo destruya.

Roberto Vallejos

13. Heleni, La fría distancia


Los días fríos Hacen que te recuerde más vivamente Que vuelva a sentir tu mano Entibiando la mía. La brisa gélida del invierno Que roza nuestros rostros Sea la justificante de un beso Que sacuda la escarcha Y sonroje mis mejillas Con tu labios De sangre caliente.
Caminar por las calles Aunque sintamos el tiritar de nuestras extremidades Sólo por el placer de sentir en casa El calor de tus abrazos Que remueven cada tramo del frío adherido A mi piel enrojecida Por el viento.
Hoy es un día de invierno Y no estás Y siento frío Sólo me queda cubrirme con una manta Y acercarme al falso calor de la estufa.
Mirar la ventana Y esperar A que vengas Y me saques El azul El blanco El hielo Que mi cuerpo ahora Suele llevar.


Gabriela

domingo, 25 de mayo de 2008

7. Edgardo, El viento.


Ummm... Recuerdo como me sentía el día que murió Elisa. A lo mejor, mi rostro, que no atreví exponer a los espejos, se veía así... húmedo, sonrosado y desfigurado por el ... ¿dolor? ummm ¿Y cómo me curé yo de eso? Porque, es cierto, lo pasé mal... pero ahora me encuentro... ¿bien?. ¿Qué le digo a esta jovencita desconsolada? ¿Que ore a Dios?¿Que vaya a un prostíbulo?¿Que se beba una botella de whisky?¿Que se dedique al estudio?¿Que se vaya de viaje?.
Qué difícil es dar consejos. Sobretodo cuando uno ha vivido algo similar y no sabe cómo se está tan tranquilo.
A lo mejor no estoy de lo mejor, siempre he pensado que mi vida es demasiado calma luego de ese hecho. ¡Qué bah! Ahora estoy cuestionando mi existencia por una paciente desorientada. ... Algo debo hacer ...
Se puso de pie Y vió su iluminada oficina Quiso llorar Quiso sonreir Mas, no salió nada Sólo la ventana que se abrió un poco con el viento ... que dejó entrar un poco de polvo elevado por el ir y venir de las brisas.

"Polvo eres y en polvo te convertirás"

Escuchó decir en un silbido que lo dejó helado.


Gabriela

martes, 20 de mayo de 2008

2. Heleni, La causa otoñal

Y pensaba ella... mientras miraba las hojas correr en el jardín que se divisaba desde la ventana:

"Al caminar por las calles de paredes grises y el adoquín húmedo, se me viene al cuerpo, tu nombre. Verte en la lejanía del caer sutil y suave de las hojas anaranjadas por el pasar del tiempo es recordar, con las brisas que mecen suaves las ramas, tu aliento, explicándome el por qué de tantos otoños. Ahora no hay más que silencio, la luz clara de la mañana sin sol. Esa luz que me recuerda el brillo de las discuciones tibias entre las sábanas besadas tantas veces... que ahora han de yacer frías y sobretodo lejanas e inanimadas, con el calor de otros soles. Ahora nuevamente, estoy aquí, seguida de mi soledad, deambulando por las calles grises bañadas por el oro de las hojas caidas por el viento que anuncia la próxima llovizna"

Siente que nuevamente abren la puerta. Y calla sus pensamientos


Gabriela

sábado, 17 de mayo de 2008

1. Edgardo, Dolor de pecho


- Duele - dijo ella entre sollozos -... duele aquí - Poniendo su mano en el pecho - ... duele ... sencillamente... aquí ... me duele.
- ¿Pero es como un ahogo?
- Más o menos... es como si tuviera una gelatina que quisiera salir y explotar y se tragara todo mi aire y me duele esa presión ...

El doctor se separa un poco de su paciente, mira hacia la ventana que da a un hermoso jardín otoñal, la mira una vez más, afligido y se dirige al pasillo. Llama a su enfermera que espera calma en el pasillo. Pide que se acerque, le habla en voz baja.

- Creo que es más grave de lo que creía, señorita Jimenez.



Gabriela

jueves, 15 de mayo de 2008