martes, 28 de abril de 2009

37. Altizar


De seguro que debe pensar que soy una puta.
Eso es lo que piensan todos en las mañanas cuando me ven semi desnuda cuando estoy tratando de robar un poco de calor de sus espaldas.
No sé por qué lo hago, o por qué siempre llego a estas instancias. Quisiera poder ser interesante por mis conocimientos y carácter que por ésta imagen de mujer neo liberalizada y desconectada de los prejuicios sociales. Puras mierdas. En el fondo no soy más que una cosa y las cosas o se usan o se admiran.
Sigo estando soltera, y muchas veces incomprendida, porque realmente no quiero llegar a comprenderme ni que me comprendan. ¿Qué más da darse el tiempo y sólo busco calmar loa arrebatos que me hierven la sangre y volver a ser natural y sin ataduras?
Alguien, por ahí debería descubrir mi secreto, pero parece que lo que escondo no es lo mismo que guardan para sí el común de las mujeres.
Algo necesito, algo busco y deseo pero no lo entiendo, y cuando quiero escapar o llorar o silenciar, ya tengo manos en todas partes y saliva en mis manos y vestidos retirados. Quiero agradar, que me quieran, ser útil, porque en verdad ni yo me siento útil para mí misma.

Como encargada del centro de salud del puerto, tiene acceso a libre a las instalaciones y llaves de todos los armarios. Es así como para apagar las voces de culpa y los llantos nocturnos y mantener su sonrisa transparente y una cara despreocupada, ingiere con relativa frecuencia dosis de medicinas utilizadas para calmar las crisis de ansiedad de los pescadores, que según su informe han aumentado vertiginosamente.

Tengo 20 personas en mi cuerpo, según el informe, nada mal con tal de justificar el dolor que esos 20 han hecho en mí.

Vaso de agua, pastilla en mano. Se apaga la luz, camina lánguida a su cuarto y se dispone a olvidar todo lo pasado.


Gabriela

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