Victoria iba caminando en dirección a su trabajo, sobre la vereda dura, en donde muchos, como ella, caminan todos los días. Hoy sentía la ciudad más contaminada, más sucia y más ruidosa que otros días; de repente sintió la presencia de alguien que tocaba su hombro ¡hola!, dijo él, era Leonidas con su mirada penetrante y su sonrisa a flor de piel. Le saludo con afecto, posando un beso sobre su mejilla, prometiendo llamarla más tarde para concertar una cita en la cual pudieran conversar, con más tiempo. Él se alejó y en ella quedó su perfume. No sabía, qué era lo que le gustaba de su perfume, luego supo y era ese exquisito olor a madera; sí, ese perfume le gustaba y le identificaba, recordándole su niñez…
…Ahí estaba, a sus ocho años, con su pelo recogido, su vestido rojo y descalza. En aquella época su padre, administraba bosques de pino, en un lugar llamado “Colmenares”, en la Región del Maule. Él tenía a su cargo un gran número de personas que trabajaban en un Aserradero. Extraían del bosque pinos, los cuales eran clasificados por diámetro; una vez clasificada la madera, ésta era enviada, en camiones, a una Fábrica de Cajones de quedaba a unos 90 kms. de aquel lugar. Este trabajo daba sustento a un gran número de familias; sin embargo, esto les implicaba vivir en el campo, ya que en aquel tiempo no existía una infraestructura vial adecuada.
Todo este entorno, otorgaba al lugar el escenario perfecto para los juegos de Victoria y sus amigos; algunos de los hijos de las familias que radicaban ahí. Eran María, Marcelo y José; María, tenía la misma edad de Victoria; Marcelo, era un año mayor y José era el pequeño, su mascota. Tenían a su disposición grandes zonas de bosques de pinos, de los cuales se obtenían los castillos de madera y el aserrín. Pasaban días enteros jugando; en los castillos, a las escondidas; en el aserrín, hacían pelotas y se las tiraban encima; en los bosques, al atardecer, ya muy cansados, solían recostarse sobre la paja, contemplar el cielo y escuchar como el viento atravesaba los pinos, creando canciones.
Su abuelo vivía en el campo y se dedicaba a hacer muebles. Para Victoria su abuelo era una suerte de mago. Sí, pues de un trozo de madera, sacaba una silla o una mesa. Victoria le pidió que le sacara un pizarrón, para jugar a la escuela con sus amigos. Pasado un tiempo, ahí estaba, como por arte de magia; su pizarrón era negro, mediano y de textura suave; en muchas oportunidades jugó con María, Marcelo y José.
(...continuará...)